Decido coger la ruta de la costa por carreteras secundarias con un sinfín de curvas y en un lamentable estado. La entrada en el país ha sido curiosa, después de pedirme el pasaporte, el policía me invita a unos pepinos. Prosigo dirección Silistra, frontera con Rumanía, haciendo alguna pista por el bosque y acompañado por enormes plantaciones de girasol y sus carros de tiro animal, circulando por sus carreteras. He cruzado el país en apenas tres días y así llego a la frontera con Rumania, dividida por el río, teniendo que cruzar en transbordador.
martes, 3 de agosto de 2010
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